RIESGO

En el mundo financiero, llamamos riesgo a la probabilidad de que la rentabilidad que esperamos obtener no se produzca. Es decir, la evolución de nuestras inversiones no siempre la conocemos con seguridad cuando las realizamos, por lo que el riesgo mide, de alguna manera, la incertidumbre que acompaña siempre a un producto financiero.

Entre los productos financieros destacan los siguientes tipos de riesgo: el riesgo de liquidez (la capacidad de un producto financiero en hacerse dinero más rápidamente), el riesgo de crédito (el riesgo de que no me paguen), y el riesgo de mercado (asociado generalmente al riesgo derivado de la evolución de los tipos de interés).

Rentabilidad y riesgo es un binomio que va siempre unido: cuánto más riesgo tiene un producto, mayor puede ser su rentabilidad.

Podemos hablar también del riesgo como la exposición al cambio, es decir, la probabilidad de que ocurra uno o varios eventos en el futuro.

Existen distintos tipos de riesgo, que se pueden agrupar en cuatro categorías:

  • El riesgo de mercado (de precio) que consiste en la posibilidad de que cambie el precio del dinero o de la moneda en la que está reflejada la deuda.
  • El riesgo de crédito (de impago) que consiste en que se produzca un cambio por el cual el deudor no cumpla total o parcialmente con el compromiso, perjudicándole en su patrimonio.
  • El riesgo legal (de regulación) que consiste en que cambie las normas (leyes, decretos, etc.) de un país, que afecten a los términos del contrato.
  • El riesgo operacional (de fallos) que consiste en la aparición de incidentes directos o indirectos que afectan o afectarán al pago de la deuda.

Existen tres maneras diferentes de gestionar los riesgos financieros: la contratación de seguros, la gestión proactiva de activos y pasivos, y la realización de inversiones de cobertura (o hedging). Todas son complementarias.