La deflación es la situación económica que tiene lugar cuando los precios de los bienes y servicios descienden de manera general y prolongada, habitualmente provocada por una disminución del gasto.
La deflación es la situación opuesta a la inflación. Y a su vez, tiene como consecuencia una disminución en el ritmo de la actividad económica, afectando entre otros aspectos al empleo y a la producción de bienes y servicio.
Dicho de otro modo, si todos tenemos el convencimiento de que mañana las cosas serán más baratas, iremos retrasando nuestras compras y por tanto, será necesario producir menos, se perderán empleos… y la situación económica puede agravarse por momentos.
En definitiva, es tan peligrosa una situación de deflación como de alta inflación en la que la población no tenga poder adquisitivo para cubrir sus necesidades. por ello los bancos centrales intentan que la inflación sea de entre un 2 y un 3% anual, ya que es la situación económica más óptima.
No debemos confundir el término deflación con desinflación, ya que en la desinflación los precios siguen bajando, pero a un ritmo más lento.
Según el FMI, para que se pueda denominar deflación, la caída de precios tiene que ocurrir a lo largo de un año. Como se ha comentado anteriormente, la deflación está causada por una disminución en el gasto, tanto personal como gubernamental, así como por una disminución en las inversiones. Esta disminución de circulante provoca un desequilibrio entre la oferta y la demanda. A su vez, el desequilibrio entre ambas provoca:
- Disminución de la demanda, como consecuencia de una reducción en el nivel adquisitivo de las familias.
- Exceso de oferta, como consecuencia de una mayor competencia o por un exceso de producción y de capacidad productiva en las empresas.
Por otra parte, los consumidores piensan que si los precios van a seguir bajando no merece la pena comprar hoy, y por tanto mañana los productos serán más baratos. Esto tiene como consecuencia que circule menos el dinero, situación que se corregirá y estabilizará en el momento en que los precios hayan caído lo suficiente como para que los consumidores y empresas comiencen a nivelar de nuevo la oferta y la demanda.